Helguera, Juan. La guitarra en México. Editorial Torre de Lulio. México, 1996. pp. 67.
En este libro Juan Helguera ofrece una sucinta revisión histórica y documental de la guitarra en nuestro país, abarcando temporalmente casi un siglo ya que parte de 1900 y culmina en 1995, un año antes de la publicación del libro.
Juan Helguera, quien nació en 1932, destaca por su labor como catedrático, intérprete de guitarra y compositor, ha escrito entre otras obras 12 Estudios, Suite Sureña, Homenaje a Silvestre Revueltas, Círculos (I al V), Experiencias (I al IV), Homenaje a Satie, De poetas, Mangoreana, Impresiones, Dos cantos a Villa-Lobos y Callejones de Taxco, se trata de un autor que ha participado de manera activa en el movimiento guitarrístico en México.
El libro, publicado en 1996, está integrado por diversas secciones de corta extensión (la mayoría no exceden las tres cuartillas): una introducción, Manuel M. Ponce, compositores no guitarristas, compositores guitarristas, musicología, intérpretes, enseñanza, lauderia, colofón y a manera de anexo una relación de discos compactos, ediciones, efemérides e iconografía.
En su introducción explica que México, a diferencia de otros países de Latinoamérica, recibió la visita de distinguidos guitarristas como Antonio Jiménez Mangón, Agustín Barrios “Mangore”, Andrés Segovia, Regino Sáinz de la Maza, Alirio Díaz y el dúo conformado por Ida Presti y Alexandre Lagoya cuyos aportes se vieron reflejados principalmente en la difusión y promoción del instrumento entre los melómanos.
La segunda sección está dedicada por entero al compositor mexicano Manuel M. Ponce cuyo interés y aportes al repertorio para la guitarra se derivan de su amistad con Andrés Segovia, dando pie al actual movimiento guitarrístico. Del encargo de obras de Segovia a Ponce se debe en gran medida el importante repertorio del compositor mexicano que Segovia difundió por todo el mundo.
La tercera y cuarta sección es para los compositores que divide en dos grupos: por un lado, los compositores no guitarristas como Carlos Chávez, Julián Carillo, Luis Sandi, Rafael Adame, Blas Galindo, Salvador Contreras, Miguel Bernal Jiménez, Roberto Téllez Oropeza, Armando Lavalle, Ramón Noble, etcétera; por otro, los compositores guitarristas entre los que destaca Jesús Silva, Guillermo Flores Méndez, Julio César Oliva, Ernesto García de León y Gerardo Tamez. De cada uno de ellos ofrece su fecha de nacimiento y algunas de sus composiciones más importantes.
En lo que respecta a la labor musicológica en México, destaca los aportes realizados para acrecentar el conocimiento del fenómeno guitarrístico en nuestro país a través de la edición crítica de obras, investigaciones y ensayos sobre temas diversos. Destacan los trabajos de Miguel Alcázar y su primera transcripción de la “Tablatura de música mexicana para guitarra barroca” de la Biblioteca Nacional; Javier Hinojosa con sus transcripciones de música del período renacentista y barroco; Antonio Corona Alcalde y su ensayo “La vihuela y la guitarra” publicado en Bruselas; Eloy Cruz con su libro “La casa de los once muertos. Historia y repertorio de la guitarra” publicado en 1994; así como Juan José Escorza y José Antonio Robles Cahero por el rescate de la “Explicación para tocar la guitarra de punteado por música y cifra y reglas útiles para acompañar con ella la parte del bajo” de Juan Antonio de Vargas y Guzmán fechada en Veracruz en 1776.
En la sección dedicada a los intérpretes, Juan Helguera se limita a presentar una lista con una veintena de ejecutantes sobresalientes: Jaime Márquez, Gonzalo Salazar, Juan Carlos Laguna, Julio César Oliva, Antonio López, José Limón, Alfonso Moreno entre otros que figuran en dicha lista. Solo añade el alto nivel, sus conciertos alrededor del mundo y las grabaciones de todos ellos.
La enseñanza de la guitarra en México parte de los métodos de Dionisio Aguado, Ferdinando Carulli, Emilio Pujol, Pascual Roch y Julio S. Sagreras. La actual generación de guitarristas se formó con el español Guillermo Gómez y años después con la línea del argentino Manuel López Ramos. Enumera las principales escuelas profesionales del país y sus principales profesores, sobre todo de la capital; sobre la actividad de los estados destaca el Diplomado Nacional de Guitarra en Tijuana, Baja California; el Centro para la Investigación y Desarrollo de la Guitarra (CIDEG) en Paracho, Michoacán; así como diversos festivales, concursos, conferencias, conciertos y escuelas de alto nivel en Puebla, Veracruz, Jalisco, Guanajuato, Estado de México y Baja California.
En la sección dedicada a la laudería, se limita a expresar la gran calidad de los lauderos mexicanos cuyos trabajos se cotizan a nivel internacional y presenta una breve lista entre los que figuran Abel García López, Daniel Caro, Juan Pimentel y Fructoso Zalapa, entre otros.
Finalmente, Juan Helguera ofrece algunos puntos acerca del futuro de la guitarra en México, destacando que la escuela mexicana de guitarra tiene fines musicales bien definidos gracias a una mejor actitud crítica de los instrumentistas, mejoras en la educación, acceso a información, conocimiento de técnicas novedosas así como la regularidad de clases magistrales, importantes para ampliar la visión de las nuevas generaciones de intérpretes y compositores mexicanos.
El libro cuenta además, a manera de anexo, con una relación de discos compactos, ediciones, efemérides así como iconografía en la que podemos ver fotografías y programas de mano de conciertos.
Resulta complejo sintetizar en un libro casi un siglo de presencia de guitarra en nuestro país, sin embargo, presentar un contexto a la introducción del instrumento con la conquista española y los valiosos aportes del ámbito popular en términos de ritmo, ejecución, formas musicales o incluso de la propia tradición por ejecutar el instrumento, hubiera servido de base consecuente al punto de arranque del tema que es el siglo XX. Si bien es cierto que las secciones ofrecen una visión amplia del tema al incorporar diversos aspectos inherentes a la guitarra, algunas de ellas son sumamente breves limitándose a presentar una lista que, aunque importante, no muestran información del desarrollo de dicha área.
Estamos ante un buen libro para quienes deseen conocer un panorama general y de orientación sobre la guitarra en México en el siglo XX, sin embargo, los aportes serán menores a quienes tengan conocimiento previo al respecto. Con todo, es un buen material que intenta sintetizar el devenir de la guitarra en México durante el siglo XX.