Existe un elemento del entorno de gran complejidad que se manifiesta en forma de frecuencias u ondas y que es producido por la naturaleza y por el hombre: nos referimos al sonido. Como manifestación de la cultura, el sonido, que de aquí en adelante llamaremos “paisaje sonoro” (sonido en su complejidad sociocultural) se presenta como un elemento fundamental de reflexión crítica y de creación, debido a su vinculación con una realidad.
El sonido se suele clasificar en dos grandes campos, a saber: uno denominado como “ruido” y propiamente el “sonido musical”. Podemos decir que el vertiginoso desarrollo que ha mostrado el sonido musical en su devenir histórico en comparación con el “ruido” se debe —en gran medida— a esta distinción general del material sonoro. Encuentro poco acertada esta clasificación ya que considero que ambos logran transmitir ideas estéticas completas; propongo entonces una distinción más bien antropológica que se enfoca más al origen de la producción sonora que a las cualidades intrínsecas del sonido, esto es, no pensar en términos de una aparente estabilidad en las frecuencias de emisión, sino más bien, en si el sonido proviene de una fuente natural o cultural, sea cual sea su grado de estabilidad acústica.
Por un lado, el sonido musical, influenciado por el desarrollo constructivo de los instrumentos musicales, trajo consigo un enorme avance en las técnicas de ejecución abriendo nuevos campos de posibilidades sonoras, el propio instrumento como objeto, se incorpora al repertorio de posibilidades sonoras. Por otro lado, el “ruido” cobra cada vez más importancia cuando deja de ser una mera consecuencia de la vida tecnológica de la época moderna y se valora como material sonoro idóneo de incorporarse al ámbito musical, tal es el caso de la música concreta que, tomando los sonidos del entorno como materia fundamental, realiza una elaboración creativa a través de diversos medios tecnológicos, primero con la cinta magetofónica, luego de manera digital. Será a principios del siglo XX cuando surge un interés por explorar el “ruido” y sus posibilidades expresivas, con autores como Luigi Russolo y su intonarumori, se llega a una justificación teórico-práctica plasmada en un documento titulado “El Arte del Ruido”.
El objetivo de este ensayo es reflexionar sobre las características principales del denominado “paisaje sonoro”, sus connotaciones de crítica —en tanto elemento de una realidad natural y socio-cultural— y de creación —en tanto capacidad de transformación de una realidad dada—, todo con la finalidad de ampliar el campo de comprensión de las posibilidades estéticas del sonido en ámbitos artísticos muy diversos.
El paisaje sonoro
En un mundo plagado de sonidos, estos se convierten en elementos de contextualización de nuestra realidad que posibilitan la construcción de un espacio simbólico en el que el sujeto crea y recrea logrando con ello una representación humanizada del mundo.
"Podemos denominar paisaje sonoro al entorno sonoro total, cualquiera que sea el lugar donde nos encontremos. Es una palabra derivada de paisaje; sin embargo, y a diferencia de aquella, no está estrictamente limitada a lugares exteriores." (Schafer, 2006:12)
El contexto natural se transforma en contexto cultural gracias al trabajo, es decir, por la acción del hombre sobre la naturaleza, una acción que —dicho sea de paso— es creativa (1) y que dará como resultado el surgimiento y desarrollo de la cultura. Dicho contexto natural transformado en cultura tiene —entre otras formas de representación— la del sonido.
Podemos intentar aproximarnos a los sonidos existentes en un momento dado de la historia, con cierta claridad podremos observar que dichos entornos sonoros cambian de una época a otra, incluso dentro de la misma temporalidad, habrá variaciones regionales o locales. Esto quiere decir que el entorno sonoro viene determinado por las condiciones naturales, materiales, culturales y sociales existentes en un tiempo y momento dados.
Los sonidos del contexto natural, como los producidos por los animales, las condiciones climáticas, etcétera, tienen importantes variantes dado los cambios estacionales en el año o los movimientos migratorios como en el caso de las aves. Además, los sonidos del contexto cultural,
Así, el paisaje sonoro se debe entender como una representación de la cultura, es decir, tiene un contenido simbólico que presenta dos puntos de observación: por un lado, la manifestación como tal del sonido; y por otro, la interpretación o sentido que los sujetos le dan a esos sonidos en un momento determinado de la historia.
Crítica y creación
¿Es posible desarrollar una crítica a partir del paisaje sonoro? Para iniciar debemos considerar lo que la “crítica” no es. La crítica o el pensamiento crítico no es un ataque con más o menos fundamento hacia un sujeto o grupo y sus acciones, no es corrupto en el sentido de que sus pensamientos estén parcializados hacia un sujeto, un grupo, una élite, etcétera de manera en que justifica la existencia de uno con respecto a la de otros. Podemos decir que la crítica tiene como objetivo central la emancipación humana (Hinkelamert, 2008: 231), en el pensar a los sujetos como totalidad, es decir, pensar en la vida de todos los sujetos, eso le da también a la crítica un carácter antropológico fundamental.
La existencia del paisaje sonoro responde a las condiciones naturales y socio-culturales siempre cambiantes por el devenir de la historia, por lo tanto, el paisaje sonoro actual se encuentra necesariamente marcado por la modernidad. Intentar caracterizar el paisaje sonoro, producto de la modernidad sería una labor que excedería los alcances de éste ensayo, sin embargo, es posible delinear cuatro proyectos característicos fundamentales:
1) Proyecto emancipador: Secularización de los campos culturales, la producción auto-expresiva y auto-regulada de las prácticas simbólicas;
2) Proyecto expansivo: Extender el conocimiento y la posesión de la naturaleza, la producción, la circulación y el consumo de los bienes en base al lucro;
3) Proyecto renovador: Persigue mejoras e innovaciones incesantes en relación con la naturaleza y la sociedad, además de reformular los signos de distinción que el consumo masificado desgasta y;
4) Proyecto democratizador: Confianza en la educación, la difusión del arte y los saberes especializados para el logro de una evolución racional y moral. (García Canclini, 1990: 31-32)
Por su parte, la burguesía inserta en la modernidad, tendrá como fin más elevado realizar la idea del futuro en todas sus formas diversas: políticas, industriales, artísticas, una especie de progreso humano infinito (Berman: 133), sin embargo, en la búsqueda de realización de progreso infinito, también conlleva un despojo del otro oprimido acentuando más y más las diferencias sociales, económicas y culturales.
Ahora bien, ¿es posible que este paisaje sonoro pueda ser objeto de crítica por aquel que, inmerso en el sistema, participa en su reproducción social? No sólo es posible sino que me parece pertinente ya que esto permite la elaboración de una crítica hacia la propia modernidad a partir de su representación sonora. Podemos observar que en zonas rurales existe un predominio de sonidos de la naturaleza; por el contrario, en las zonas urbanas, predominan los sonidos producto de la tecnología actual. Todos estos aspectos delinean un entorno particular marcado por las condiciones socio-culturales.
La crítica de la realidad a partir del paisaje sonoro, es una posibilidad real de aplicación práctica en la medida que el material sonoro a apreciar, presenta diversas connotaciones socio-culturales que permitirían la problematización de la realidad, con el fin de transformar dicha existencia real.
Ahora bien, ¿existe posibilidad de creación en un paisaje sonoro ya dado por condiciones socio-culturales? Me parece que podemos plantear dos posibilidades: un paisaje sonoro pre-existente puede propiciar momentos de reflexión crítica haciendo un análisis de sus elementos y sus implicaciones, necesariamente éste trabajo transforma la interpretación que se tenía de determinado fenómeno sonoro. En el proceso de contextualizar y descontextualizar el sujeto toma distancia del objeto y puede aproximarse a un estudio crítico-reflexivo, pero además es posible crear nuevos entornos sonoros de manera intencionada (por ejemplo, al realizar una composición sonora particular o bien al explorar nuevas formas de representación gráfica de un sonido determinado). La inteligencia creadora tiene aquí un papel decisivo, ya que el arte es una mezcla de sensibilidad, racionalidad, dirigida siempre a algo concreto (la realidad). (Ramirez, 2007: 197)
Conclusiones
Cuando hablamos de paisaje sonoro, encontramos una relación entre crítica y creación en la medida en que el proceso crítico es la unión de acción-reflexión sobre la realidad.
Para finalizar podemos decir que el paisaje sonoro es un elemento que propicia la sensoriedad además de que el producto de esa percepción, va de la mano con una praxis transformadora. En la medida en que la sensoriedad la entendamos como praxis y no como mera contemplación abstracta (Marx-Engels, 1974: 9), en esa misma medida la propia audición pasa de ser una apreciación sensorial a una crítica que deviene en transformación socio-cultural. Me parece que ahí radica la importancia de éste tema ya que tiene implicaciones en muchas áreas o disciplinas del arte y en particular de la educación artística.
Referencias
BERMAN, Marsall. (¿). Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad. México: Siglo XXI.
GARCÍA CANCLINI, Néstor. (1990). Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. México: Conaculta-Grijalbo.
HINKELAMERT, Franz J. (2008), Hacia una crítica de la razón mítica. El laberinto de la modernidad. México: Dríada.
MARX, Carlos y ENGELS, Federico. (1974). “Tesis sobre Feuerbach”. En: Tesis sobre Feuerbach y otros escritos filosóficos. México: Grijalbo.
RAMÍREZ, Mario Teodoro. (2007). Filosofía y creación. México: Dríada-UMSNH.
SHAFER, Murray. (2006). Hacia una educación sonora. 100 ejercicios de audición y producción sonora. México: SEP-Radio Educación.
Notas
1. Dicha creatividad consiste en que, producto de la subjetividad del que realiza el trabajo, en la materia creada aparecerán elementos que no existían antes del trabajo del hombre sobre la materia.