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El arte de la prehistoria



Bisonte de la Cueva de Altamira

La expresión estética del hombre prehistórico es uno de los temas más apasionantes para los historiadores del arte, no solo por ser las primeras muestras artísticas que se conocen del hombre, sino porque existen muchas conjeturas debido a las lagunas teóricas e información fragmentada con que se cuenta. Sin embargo, los hallazgos de los últimos años y los aportes multidisciplinarios de la etnología e incluso de las neurociencias, han proporcionado datos y enfoques que abren nuevos campos para aproximarse al tema. Todos estos aspectos hacen que el arte de la prehistoria adquiera gran actualidad y relevancia para investigadores, estudiosos e incluso para el público en general.
Tan solo con el corpus de obras prehistóricas que se conservan hasta nuestros días podemos identificar una creatividad, expresividad y dinamismo realmente únicos producto de un largo proceso evolutivo, de una observación minuciosa del contexto natural: las muestras de arte mobiliar, en primera instancia (propulsores, raederas, puntas de lanza, bastones de mando, figurillas de “Venus” o “maternidades”, etcétera) después el arte parietal (pintura rupestre) y cerámico (vasijas y contenedores diversos) dan cuenta de ello. Podemos suponer un largo y fructífero período de experimentación en soportes que por su carácter efímero (por ejemplo, la madera) no fue posible su conservación actual, sin embargo, las obras existentes nos hablan de ese proceso. El arte del hombre prehistórico es también la muestra más acabada de su devenir en el mundo, o en palabras de Adolfo Sánchez Vázquez, de “una necesidad histórico-social de expresarse, de afirmarse, de elevarse sobre sí mismo, sobre su ser natural.” (Sánchez Vázquez, 1961)
Por medio del trabajo, el hombre primitivo desarrolla sus habilidades motrices, con ello se abre camino a la creación estética: Aún sin la idea de estar haciendo arte, golpea una piedra contra otra con el fin de desbastarla y hacer un bifaz que le sirva para moler o cortar las pieles; en otro momento toma entre sus dedos un trozo de piedra dura con la que ejerce presión sobre una plaqueta o bien sobre la pared de una cueva, repasa en repetidas ocasiones la primera línea para darle cierta profundidad hasta develar una figura animal o simbólica; luego toma un trozo de tronco de madera hecho carbón y aplica su color negro intenso directamente sobre la roca creando trazos firmes y ágiles; en otro momento unta sus manos con una mezcla de minerales molidos y agua como aglutinante para impregnar la piedra con colores rojizos y amarillos ocre… Serán más de 10 técnicas de representación las que Jerónimo Vaquero Turcios identifica en el arte prehistórico, un ejemplo de la búsqueda incesante del hombre por expresarse creativamente.
La animalística, es decir, la representación de imágenes zoomorfas, es una constante en el arte parietal: bisontes, caballos, uros, renos, entre otros animales, son trazados sobre las superficies rocosas de las cuevas con gran maestría y realismo. Es necesaria una observación detallada de los movimientos, actitudes y comportamientos de dichos animales para llegar a su representación: algunos los vemos retozando ó en posición fetal, otros más corriendo o simplemente en una actitud pasiva y de reposo. Aunado a eso, el hombre primitivo aprovechará las irregularidades, protuberancias y oquedades de las paredes para plasmar ahí la figura deseada.
Pero ese camino de búsqueda no acaba ahí, las llamadas “Venus” o “maternidades”, figurillas en piedra y de pequeño formato, hacen alusión a la maternidad femenina pero llevando su significación al ámbito de la fertilidad agrícola. La talla minuciosa y esmerada de éstas piezas de no más de 20 centímetros de longitud estaban destinadas a ser clavadas en la tierra para procurar su fertilidad: destacan en las figurillas los senos y caderas prominentes que el tallador asociaba con la abundancia y la vida.
 El hecho mismo de la creación artística es un elemento que nos sigue maravillando del hombre primitivo, lo que nos une con aquellos antepasados, es la única e inigualable necesidad de expresarnos y de comunicar al otro neustras emociones, ideas y descubrimientos.

Referencias
Sánchez Vázquez, Adolfo. Ideas estéticas en los “Manuscritos económico-filosóficos” de Marx. REVISTA DIANOIA. Vol. 7, N° 7. México, 1961.

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