Ficha técnica. País: Alemania; Año: 1927; Duración: 92 min.; Color: Blanco y Negro; Audio: Muda; Fritz Lang, director; Erich Pommer, producción; Thea von Harbou, guión; Gotfried Huppertz, música; Karl Freund; Casa productora: UFA.
Varias filas de trabajadores vestidos con overol caminan a un ritmo lento y acompasado con la cabeza agachada, se dirigen a un elevador que los ascenderá al cuarto de máquinas para iniciar su turno, simultáneamente otro grupo que termina su jornada laboral desciende del mismo. El reloj de los obreros marca únicamente 10 horas, mientras que el del amo de Metrópolis, 12 horas.
En los jardines de Metrópolis, Freder (Gustave Fröhlich) conoce y se enamora de María (Brigitte Helm), ella se hace acompañar por algunos hijos de los trabajadores, señalando a Freder y sus acompañantes les dice a los niños: “Miren, ellos son vuestros hermanos”. Maria y su grupo son apartados y regresan al nivel de máquinas. Freder después de averiguar que María también es hija de un trabajador la sigue y desciende también al cuarto de máquinas encontrando un mundo desconocido para él, es testigo del desfallecimiento de un trabajador que, al abandonar su puesto, provoca una explosión que mata a varios compañeros que sencillamente son remplazados por otros. Freder perturbado y en busca de respuestas ante éste hecho, visita a su padre John Fredersen (Alfred Abel), el amo de Metrópolis. Su padre, es una persona calculadora, metódica y siempre pensativa. Freder relata apasionadamente lo sucedido a Joseph, asistente de su padre. John Fredersen entre sus pensamientos escucha a su hijo y le dice que “esos accidentes son inevitables”, volviéndose hacia al asistente le pregunta por qué se le dejó bajar al cuarto de máquinas a lo que Freder interrumpiendo responde: “Quería conocer a mis hermanos. Fueron ellos quienes hicieron la ciudad, ¿Dónde encajan sus manos en tu sistema?, ¿Qué harás si algún día se revelan?”.
El capataz del dínamo central ha encontrado en las ropas de los trabajadores muertos un plano desconocido Nuevamente John Fredersen recrimina a Joseph que no le haya notificado de la existencia de dichos planos y lo despide. Freder le dice a su padre: “¿no te das cuenta de lo que significa ser corrido por ti?”. Joseph sale de la oficina e intenta suicidarse pero es detenido por Freder de quien pide su ayuda para bajar nuevamente a ver a sus hermanos, Joseph acepta. Ya en el cuarto de máquinas Freder observa como un trabajador desfallece al mover dos palancas sobre un gran disco vertical a modo de manecillas de reloj, acude a su auxilio y toma el lugar y las ropas del trabajador hasta finalizar el turno, entre la ropa del trabajador encuentran un plano. Lo extenuante del trabajo le hace exclamar “¡Padre, padre, nunca pensé que diez horas pudieran ser una tortura!”. Un trabajador se acerca a Freder y le avisa que “ella” (es decir, María) ha convocado a una reunión en las catacumbas al finalizar el turno.
En medio de la ciudad existe una casa antigua donde vive Rotwang (Rudolf Klein-Rögge), un inventor al servicio de John Fredersen. El inventor informa a John Fredersen la conclusión de una mujer-máquina, una máquina que no comete errores, no descansa y por lo tanto, resultan innecesarios los trabajadores. John Fredersen conoce a la máquina y muestra a Rotwang los planos encontrados a los trabajadores, él le dice que son los planos de las antiguas catacumbas, último nivel por debajo de la ciudad de los obreros. El inventor invita a John Fredersen a conocer las catacumbas descendiendo por escaleras desde la propia casa de Rotwang. Todos los obreros además de Freder están reunidos escuchando las palabras de María, quien les dice: “Les contaré la historia de la torre de babel. Construyamos una torre cuya cima llegue al cielo, escribir grande es el mundo y su creador, grande es el hombre. Aquellos que concibieron la idea no podrían construir la torre por ellos mismos, así que contrataron a miles para que la construyeran por ellos. Pero esos trabajadores nada sabían de los sueños de quienes planearon la torre. Mientras que aquellos que concibieron la torre nunca se preocuparon por quienes la construían. Los himnos de alabanza de los pocos se tornaron en la maldición de los muchos. Es el corazón el que debe mediar entre el cerebro que piensa y las manos que trabajan, debe existir un mediador. Es el corazón el que debe facilitar un entendimiento entre ambos.”
¿Más, donde está ese mediador? Exclama Freder vestido como obrero, María le responde que tenga paciencia y que pronto vendrá. Pero no por mucho tiempo. Al terminar la reunión Freder se acerca a María y acuerdan verse en la catedral, Freder se va con los otros.
John Fredersen al escuchar las ideas de María, le pide a Rotwang hacer a la mujer-máquina a semejanza de María, mantenerla cautiva a la verdadera María y enviar a la mujer-máquina con los obreros, sembrar la discordia entre ellos y destruir su confianza hacia ella. Rotwang atrapa a María, la encierra y convierte a la máquina en su imagen, mientras tanto Freder busca a María en la catedral como habían quedado, no la encuentra, al pasar por la casa de Rotwang escucha los gritos de María y entra a la casa. El inventor la esconde y le dice que María está con John Fredersen, acude a la oficina de su padre y encuentra a María (robot) y John Fredersen juntos y se desmaya. Aún dormido su padre lo visita y le entrega la invitación a la presentación de la máquina. Rotwang le dice a la verdadera María que Fredersen busca excusas para la violencia contra los obreros.
En las catacumbas María (robot) les dice a los obreros: “He predicado paciencia, el mediador no ha llegado, nunca llegará. Han tenido demasiada paciencia, ha llegado la hora de actuar”. Freder al observar la escena grita: “tú no eres María, María nos habla de paz no de violencia”, sin embargo los obreros se dan cuenta que es el hijo de John Fredersen lo intentan matar pero escapa. Todos suben a destruir las máquinas a la central de poder.
John Fredersen recibe un comunicado y se comunica con el capataz por un videotelefono, le avisa que los obreros destruyen las máquinas, John Fredersen dice que si destruyen la fuente de poder se inundará la ciudad de los obreros y pide abrir las puertas.
El capataz le dice a los obreros que con su acción han inundado sus propios hogares, los enfrenta solo y es atrapado por la turba enardecida de obreros. María escapa de la casa de Rotwang y regresa al cuarto de máquinas y a la ciudad de los obreros donde hace sonar una alarma. Los edificios se desmoronan, caen los elevadores y el agua brota desde abajo sin control. Cientos de niños piden ayuda y son llevados al conducto aéreo donde son salvados de la inundación. La ciudad de Metrópolis se apaga ante los ojos de John Fredersen quien pregunta por su hijo, un asistente le responde: “mañana miles preguntaran angustiados ¿Dónde está mi hijo?”
Los obreros corren en círculos tomados de las manos como jugando y festejando su acción, más después toman conciencia que fue María (robot) quién les dijo que destruyeran las máquinas y se destruyeran a sí mismos, la buscan para quemarla. Mientras tanto en Metrópolis, María (robot) es llevada en hombros y festejando dice: “observemos como el mundo se entrega al demonio”, los obreros la encuentran y la queman en una hoguera. En Metrópolis invadida se da el encuentro entre la clase dirigente y los obreros, Rotwang escondido en la fachada de la catedral observa y persigue a la verdadera María ya que si la gente descubre la mentira, él morirá por haberlos engañado. En la persecución llegan hasta la parte más alta de la catedral, Freder y Rotwang forcejean peligrosamente en el borde de una balaustrada bajo la mirada angustiada de su padre, finalmente Rotwang cae al vacío. Ya abajo, María y Freder se abrazan, los obreros se acercan a la puerta de catedral, el capataz va al frente y se detiene extendiendo las manos a los lados en señal de que se detengan los obreros, John Fredersen sale tomado de cada brazo por María y Freder, el capataz se acerca a ellos. Freder dice las siguientes palabras: “no puede haber entendimiento entre las manos y el cerebro, al menos que el corazón actúe de mediador”, Freder logra que el amo de Metrópolis y el capataz se den la mano cordialmente. De esta forma termina la película.
Metrópolis es una película fundamental en la cinematografía mundial por el momento histórico en que fue realizada y por el tema que desarrolla. Es un documento lleno de elementos significativos que permiten múltiples lecturas y enfoques, sin embargo, la idea conciliadora entre clases sociales queda clara en la obra, ésta será uno de los muchos caminos que se han planteado a la idea de clases sociales a través de la historia.