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El teatro Kabuki: Arte y tradición de la cultura japonesa

El Kabuki es, entre las diversas artes teatrales antiguas, una de las de mayor tradición en el Japón debido a que ha sabido cumplir múltiples funciones socio-culturales a través de la historia, entre ellas, la de preservar la tradición hecha de mitos, historias, héroes y de la vida del propio pueblo japonés.

Se atribuye la creación del teatro Kabuki a Izumo no Okuni, una miko, nombre dado a las mujeres que servían en los templos shinto japoneses durante el período Sengoku, uno de los más largos de guerra militar que experimentó Japón en su historia. En 1603, mientras Okuni se encontraba sirviendo en el Gran Santuario de Izumo realizó una nueva danza dramática teniendo como único escenario la ribera seca del río Kioto, poco a poco la nueva danza se fue sistematizando y adquirió adeptos entre las mujeres de la región, llegando a presentarse en la Corte Imperial.

En sus inicios el Kabuki era representado únicamente por mujeres que -incluso en los papeles masculinos-  narraban situaciones cotidianas propias del período Edo (1603-1868) pero, aunado al éxito que iba adquiriendo paulatinamente el teatro Kabuki surgieron numerosas imitaciones en las que las mujeres además de actuar estaban disponibles para la prostitución. Con todo, es el período de mayor difusión del naciente género teatral en Japón y constituye su primera etapa de desarrollo.

Como era de esperarse, estas representaciones eran fuente de muchos desmanes por lo que atrajo la atención del Shogunato Tokugawa quien a partir de 1629 prohibió a las mujeres su representación, quedando a cargo los hombres jóvenes quienes de igual forma interpretaban papeles tanto masculinos como femeninos. El cambio pudo deberse a dos causas fundamentales: intentar reducir los desmanes que el Kabuki femenino generaba; o bien, debido a que los temas que abordaba el teatro eran situaciones cotidianas, es probable que algunos de ellos tocaban intereses del propio Shogunato, de ahí que consideraran inadecuado su representación, de hecho, el énfasis que adquiere el Kabuki durante este segundo período transita de la danza al drama. Sin embargo, el teatro no estuvo exento de problemas ya que continuaron algunas revueltas así como el ejercicio de la prostitución ahora de parte de los actores masculinos.

El tercer período es el que corresponde al Gonroku que va de 1673 a 1735. Es el período de la sistematización en tanto género teatral, se establecen y fijan de manera completa sus elementos, estructura, caracteres de los personajes así como de sus elementos estilísticos.

El período de la restauración Meiji de 1868 supuso varios cambios sociales importantes tales como la caída del Shogunato, la eliminación de la clase samurái y la apertura a la cultura de Occidente. Por otro lado, la reputación del actor de teatro Kabuki aumentaba en las clases altas al tiempo que debía adaptarse a las nuevas condiciones históricas de Japón. La destrucción de teatros a causa del conflicto de la Segunda Guerra Mundial aunado a cierta prohibición de las autoridades para su representación, supuso al teatro Kabuki un gran reto para mantenerse como género, hasta que en 1974 se levanta dicha prohibición.

A pesar de lo complejo que resulta aproximarnos al teatro Kabuki desde una visión occidental, es evidente la fuerte carga simbólica de esta forma de teatro, nuestra vista es la de alguien que tiene la experiencia de mirar un lado de la historia del arte que había permanecido en penumbra y que ahora comienza a mostrar los contornos de una expresión llena de finísimos detalles. Algo ha cambiado ya respecto a la noción del Kabuki y es que, estamos ante una forma de expresión auténtica del pueblo japonés que se actualiza en cada representación, por si no fuera suficiente los muchos estudios en contra del relativismo cultural y de la existencia de altas y bajas culturas, el estudio que hemos esbozado sobre el teatro Kabuki permite situarlo en un nivel de preponderancia con respecto a otras expresiones similares en Occidente. Queda mucho por conocer, sin embargo, el camino que se vislumbra ya permite caminar cual si fuera un bosque, teatro adentro.

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