Arreola, Juan José. “El discípulo.” En: Confabulario. Editorial Planeta. México, 1999. pp. 40-42.
El discípulo es un breve texto narrativo de Juan José Arreola escrito en 1952 como parte de su Confabulario. En ésta obra el escritor jalisciense reúne veintiocho relatos, algunos realistas o verosímiles y otros más de corte fantástico.
Juan José Arreola, originario de Zapotlán el Grande (hoy Ciudad Guzmán) en Jalisco, destaca por la maestría en el uso del lenguaje, particularmente en la obra que nos compete, el Confabulario, se muestra particularmente fino en la descripción de objetos, acciones y sentimientos, sus personajes los describe con los elementos necesarios de acuerdo con la naturaleza propia de la obra.
El personaje nos narra, desde su propia perspectiva, una experiencia artística y creativa con su maestro Andrés Salaino, un reconocido pintor en Florencia, Italia.
El diálogo que entabla con Andrés Salaino gira en torno a la idea de discípulo respecto a la belleza. “Tú sigues creyendo en la belleza. Muy caro lo pagarás. No falta en tu dibujo una línea, pero sobran muchas. Traedme un cartón. Os enseñaré cómo se destruye la belleza.”
Como podría suponerse, el medio para comprobar los dichos del maestro se realizan en la práctica: con cartón y carbón en mano Salaino realiza unos trazos apenas insinuados, de un rostro femenino. Para el maestro, la belleza surge en el instante en que se revelan los huecos de los ojos o la línea imperceptible de la boca en el soporte. “Ésta es la belleza”, dice Salaino, el discípulo apenas logra intuir aquella imagen bella. Un instante más adelante, el maestro expresa: “Acabemos con ella”, así inicia una serie de trazos superpuestos creando juegos de luz y sombra que debelaron sin lugar a dudas un retrato.
Para sorpresa del discípulo, intempestivamente el maestro rompe el dibujo y lo arroja a la chimenea, “hemos acabado con la belleza, ya no queda sino esta infame caricatura”, dice Salaino.
En el desarrollo de la historia, Juan José Arreola incorpora como tema central la idea de belleza en dos vertientes: por un lado, la del discípulo que la concibe como imitación de la realidad; y por otro, la del maestro que no pretende imitar sino sólo sugerir la idea del objeto o sujeto representado. Resulta interesante la manera en que el autor retoma un tema estético por demás importante en la historia del arte como lo es la idea de belleza. El discípulo es un ejemplo de la excelente capacidad narrativa de Juan José Arreola que podemos disfrutar en Confabulario.