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"Aforismos sobre la interpretación de la naturaleza y el reino del hombre" de Francis Bacon (Reseña)

Bacon, Francis. "Aforismos sobre la interpretación de la naturaleza y el reino del hombre". En: Bacon, F. Instauratio Magna; Novum Organum; Nueva Atlántida. Editorial Porrúa, S. A. Quinta edición. México, 2000. pp. 37-65.

Los Aforismos sobre la interpretación de la naturaleza y el reino del hombre forman parte de la obra cumbre del filósofo inglés, el Novum Organum. Para Francis Bacon la obra y comprensión humanas van en proporción a sus descubrimientos, tanto experimentales como racionales, fuera de eso nada sabe ni puede conocer; es por eso que requiere de un instrumento que lo auxilie en la búsqueda de la verdad, ese instrumento es la ciencia que se convertirá en la medida de la potencia del hombre.

La industria humana, reflejo de su propia potencia, son insignificantes esfuerzos que se reducen a unir o separar las sustancias, el resto son operaciones que se asume como un secreto de la naturaleza. Nuestros descubrimientos se deben más bien a la casualidad y a las enseñanzas que obtenemos de la práctica.

Bacon se da cuenta que mientras admiramos y exaltamos las capacidades humanas del espíritu, sus teorías resultan peligrosas y poco confiables. La lógica utilizada en su época no sirve para el adelanto de la ciencia ya que conserva los errores propios de una noción vulgar de la naturaleza. El silogismo, que es el principio de la ciencia con sus proposiciones y esta con sus términos, no son más que nociones, que si se realizan precipitadamente, carecen de solidez. De esta forma, nuestras nociones generales de la naturaleza nada tienen de exactas, provienen de la imaginación y están mal definidas; las de las especies últimas y de las percepciones no pueden inducirnos a gran error, sin embargo, el movimiento de la materia y sus relaciones no han sido deducidas de la realidad por una abstracción y procedimientos legítimos.

Para comprender la naturaleza se requiere que las nociones y los principios partan de la realidad por medio de un método más seguro y que el espíritu emplee sus mejores procedimientos. Para ello, Bacon propone lo siguiente: partir de la experiencia y de los hechos, luego establecer principios generales (axiomas supremos) y a partir de ellos juzgar y establecer leyes secundarias (axiomas medios). Otra forma consistiría en que, partiendo de la experiencia y los hechos, inducir leyes elevándolas a principios generales. 

Si bien es cierto que las pre-nociones y la dialéctica son útiles para las ciencias, poco se puede esperar si se parte de antiguos métodos, sin embargo, para Bacon no se puede admitir juicio acerca de su  método y sus descubrimientos pues no puede pretenderse que se reconozca como autoridad aquello mismo que se quiere juzgar.

A pesar de que la formación de nociones y principios se realiza mediante la inducción, existen cuatro  principios erróneos que llenan el espíritu humano y que Bacon denomina “ídolos”.
Los ídolos de la tribu son los prejuicios comunes al género humano al afirmar que el sentido humano es la medida de todas las cosas. Haciendo una analogía, el entendimiento humano es a las cosas como un espejo infiel cuya imagen se desvía y se corrompe.

Los ídolos de la caverna son aquellos que provienen de la educación, de los hábitos de las personas y que hace que sean ideas relativistas. Sus causas pueden ser de tipo natural, por la educación, el comercio con otros hombres o a consecuencia de la lectura y la autoridad que le damos a la idea de ciertos autores.

Los ídolos del foro son aquellos que provienen del uso del lenguaje y que hace que los términos se entiendan diferente. Los hombres se comunican entre sí por medio del lenguaje pero, el sentido de las palabras puede estar regulado por un concepto erróneo debido a la mala constitución de la lengua. No están exentos los sabios filósofos antiguos ya que las definiciones y explicaciones de que acostumbraban proveerse y armarse anticipadamente en muchos asuntos, sufren de ese mismo problema.

Finalmente, los ídolos del teatro son aquellos que nacen de la falsa filosofía y que hace que los conceptos sean una fábula puesta en escena, de ahí su referencia al teatro. Se deben a la introducción al espíritu de diversos sistemas filosóficos y malos métodos de demostración creando principios y axiomas a los que la tradición ha dado toda la autoridad a manera de fe ciega. 

Ante lo limitado de los sentidos y los instrumentos que no pueden darles alcance y finura, la verdadera interpretación de la naturaleza descansa sobre el examen de los hechos y sobre las experiencias preparadas, considerando la materia, sus estados y sus cambios de estado, sus operaciones fundamentales y las leyes que operan dichos movimientos.

Para evitar posibles relativismos, Bacon sugiere que al estudiar la naturaleza se debe desconfiar de sus tendencias y predilecciones poniendo en ello reserva para conservar la inteligencia. Considera que la filosofía descansa sobre una base excesivamente estrecha y que sus conclusiones derivan de datos legítimamente demasiado restringidos.

En estos Aforismos, Francis Bacon expone sus ideas respecto a la ciencia como instrumento que permite al hombre el dominio de la naturaleza. A través de la inteligencia, el hombre puede conocer la naturaleza por medio de un método técnico-científico basado en la experimentación, el interés de Bacon por la ciencia de su época es porque consideraba que con los fundamentos a partir de los cuales el hombre conocía, estaban sustentados en múltiples errores que impedían el avance de la propia ciencia. La identificación que hace de los ídolos constituye una anticipación a las líneas de atención que la nueva ciencia tomará en cuenta para su desarrollo, independizado cada vez más de los prejuicios, hábitos, usos del lenguaje para nombrar las cosas pero, sobre todo, de una crítica a los conceptos en que la ciencia funda sus propios avances. Sin duda, las obras de Bacon fueron un gran aporte para el naciente método científico en el que la relación del hombre con la naturaleza se centra en su dominio y cada vez menos en la mera observación de la misma.

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