Me parece que la comunicación es ante todo una forma de praxis social, lo que quiero decir con esto es que no podemos entenderla como algo estático o pasivo sino que implica una actividad conjunta, dirigida al menos a otro sujeto, es decir, es esencialmente colectiva. Se trata de una actividad humana fundamental para transmitir saberes, experiencias, normas éticas, políticas e ideológicas, todas ellas necesarias para mantener y reproducir la cultura. Ahora bien, en la actualidad solemos asociar el término “comunicación” a los medios masivos de comunicación, con un aparato ideológico del Estado (1), que haciendo uso de la persuasión intenta mantener cierta hegemonía. Dicho aparato se encuentra constituido fundamentalmente por la prensa escrita, la radio, la televisión, el internet, entre otros medios audiovisuales. La mayoría de ellos se caracterizan por el amplio alcance social que logran, llegando a influir en grandes masas poblacionales y por ende, a todos los sectores sociales.
Otra forma de entender la comunicación —más amplia y fundamental sin duda— es la que se produce en el contacto mismo del hombre en el mundo y con el mundo. Sabiéndose incompleto, el hombre intentará nombrar el mundo por medio de su acción sobre la naturaleza, es decir, a partir de una praxis transformadora de su contexto. El acto de nombrar el mundo implica una actitud crítico-reflexiva sobre la materia existente, el hombre se torna sujeto de su historia en el acto mismo de modificar las condiciones de vida existentes. Al ser el hombre un ser colectivo, necesita transmitir los saberes a otros, en esa medida la comunicación tiene un papel destacado para la apropiación y creación colectiva del conocimiento a partir de la experiencia (2).
Pienso que en el proceso de comunicar, el sujeto se tiene que plantear diversas interrogantes que —explícita o implícitamente— resuelve y aplica en su acción cotidiana: ¿Qué comunicar?, ¿cómo comunicar? y ¿a favor de qué (o de quién) y en contra de qué (o de quién) se debe centrar el acto de comunicar? (3) De la misma forma en que la educación no es neutra, como afirma Paulo Freire, la comunicación tampoco lo es ya que existe una ideología, línea o consenso respecto a lo que se informa y lo que no informa. En ese sentido, el sujeto colectivo, debe determinar una serie de prioridades comunicacionales, es decir, debe decidir que necesita comunicar para garantizar su sobrevivencia, con esto podemos deducir que para el hombre primitivo, era fundamental mandar mensajes que alertaran a los sujetos ante posibles amenazas, para lo cual estructuraron —aunque sea rudimentariamente— ciertos códigos (sean instrumentales, guturales, fonológicos o gráficos) a partir de situaciones contextuales muy determinadas (por ejemplo: espacialidad, condiciones visuales y sonoras existentes), podemos decir que, el "qué comunicar" se encuentra determinado por una construcción del concepto de hombre en un determinado momento histórico. Sin embargo, en una sociedad de clases, marcada por el fetichismo (4) del poder, no existe la noción del ser humano como totalidad, es decir, pensar en mantener la vida de todos los seres humanos sin excepción alguna, ya que la vida de algunos se sustenta por la muerte de muchos otros, esto trae como consecuencia que todos las acciones de los hombres vayan encaminadas a mantener esa diferencia, por ello la educación, la política, la ética, entre otros aspectos se encuentran diferenciados de acuerdo a ciertos intereses, la comunicación no está exenta de esas diferencias.
Una vez que se ha decidido que comunicar en términos de importancia vital, es necesario plantearse los medios más idóneos para transmitir dichos mensajes. El hombre a través de la cultura, elaborará un mundo plagado de signos y que de forma general siempre intentan comunican algo. Es un instrumento fundamental para lograr una hegemonía.
Tal vez uno de los puntos más interesantes de las tres interrogantes anteriores sea esta: ¿A favor de qué y en contra de qué se comunica? La razón es que la pregunta plantea un asunto de índole político, que tiene que ver con las acciones de los sujetos en su entorno. Si partimos de una sociedad dividida en clases como establece Marx en el Manifiesto, la comunicación se fundamenta en mantener esas diferencias, hacia ese camino irán el discurso y sentido de toda comunicación, así habrá que leerlo para realizar cualquier crítica al respecto.
Una pregunta tan abierta como “¿Qué es la comunicación?”, da pie a muchos caminos de exploración y análisis, sin embargo, podemos decir que:
a) Toda comunicación debe fungir como un mecanismo que posibilite la vida de todos los sujetos;
b) Sabiendo que no es así en la realidad, identificar cual es la ideología desde la cual parte el mensaje, bajo las siguientes consideraciones: 1. El concepto de hombre que expresa el mensaje; 2. La ideología a partir de la cual intenta persuadir al receptor y; 3. El tipo y uso de los mecanismos de persuasión utilizados en el mensaje.
c) Asumir una actitud crítica respecto a los mensajes de los medios de comunicación, identificando posibles aplicaciones concretas (por ejemplo en la educación, con una didáctica particular que problematice la realidad de los educandos).
Notas:
1. Louis Althusser en su obra “Ideología y aparatos ideológicos de estado”; establece que el Estado utiliza diversos aparatos ideológicos para lograr un control, entre ellos estan los religiosos, la escuela, la familia, lo jurídico, lo sindical, los medios de comunicación y la cultura. Sin embargo, habría que agregar además el concepto de hegemonía desarrollado por Antonio Gramsci como una aproximación más refinada que el concepto althusseriano de aparato ideológico.
2. En todo este pasaje hago referencia a Paulo Freire (“La educación como práctica de la libertad”) cuando establece la incompletud del sujeto y las connotaciones del hombre en el mundo y por otro lado a Hegel en el sentido de que el hombre, al trabajar la materia, crea la cultura.
3. Esta última interrogante es particularmente destacada por Paulo Freire ya que hace referencia a la acción política.
4. En el sentido que le dá Enrique Dussel en su obra “20 tesis de política” cuando establece que toda búsqueda de un interés particular de un dirigente, un grupo, una clase social, una élite, etcétera, se debe considerar corrupción ya que no piensa en la totalidad de los seres humanos. Esto se produce cuando, ejerciendo para sí y desde sí un poder auto-referencial, le otorga un valor inexistente ya que éste residiría originariamente en la comunidad política (el pueblo).